Proposición de matrimonio by Elizabeth Bevarly

Proposición de matrimonio by Elizabeth Bevarly

autor:Elizabeth Bevarly
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2017-02-27T10:35:14+00:00


Capítulo Siete

Horas más tarde, Jayne salió del baño contiguo a su habitación entre una nube de vapor. Llevaba puesto el camisón de seda roja. Erik llevaba puestos los boxers de seda, pero por suerte también vestía algo más. Lila, Sylvie y Meredith habían metido en la maleta un batín de seda a juego y Erik se lo había puesto. Pero no se lo había atado.

La noche era cálida, así que Jayne pensó que quizá Erik no se había atado el batín porque tenía calor. ¿Tenían montones de motivos para sentir calor, verdad? Pero, teniendo en cuenta que la habitación tenía aire acondicionado y que el termostato marcaba una temperatura agradable… se podía pensar que el calor que ambos sentían no era debido a la temperatura ambiente.

Eso significaba que el motivo por el que Jayne sentía calor cuando miraba a Erik, que estaba abriendo una botella de vino y llevaba el batín abierto, dejando al descubierto los músculos de su torso desnudo, y manejaba la botella con cuidado, acariciando el cristal como si fuera una amante delicada y quisiera tomarse todo el tiempo necesario para satisfacerla y… y…

¿De qué estaba hablando? Se había olvidado de qué estaba pensando.

Ah sí, ya lo recordaba. Trataba de buscar el motivo por el que se sentía tan acalorada. Debía de ser porque… porque… Bueno, porque acababa de darse un baño caliente, ese era el motivo. Sí. Eso debía de ser.

Jayne suspiró y trató de dejar de mirar a Erik, pero por algún motivo, no conseguía apartar la vista de su atractivo cuerpo semidesnudo. Estaba cautivada por la belleza de sus movimientos.

«Debía de haberme dejado el traje puesto», pensó, y se cruzó de brazos para tapar su escote. Claro, que si hubiera hecho eso, cuando terminara el fin de semana no olería muy bien. Era mejor que lo guardara para cuando Erik y ella salieran de allí el domingo. Eso quería decir que durante todo el fin de semana estarían confinados en aquella habitación.

Menos mal que el Sunset Inn tenía servicio de habitaciones.

Por supuesto, también tendrían que pasar el fin de semana casi sin ropa.

–¿Te apetece una copa de vino? –le preguntó Erik cuando terminó de servirse la suya.

Ella asintió. Quizá un poco de vino la tranquilizaría y la ayudaría a dormir más tarde.

–Por favor –dijo con suavidad.

–Tus amigas también entienden de vinos –dijo él mientras servía la segunda copa.

–Reconocen algo bueno en cuanto lo ven, supongo –dijo ella.

Erik dudó un instante y después preguntó:

–¿Y qué opinan de mí?

Ella se sorprendió al oír la pregunta. ¿Qué más le daba lo que Lila, Sylvie y Meredith pensaran de él? No las vería muy a menudo durante el año. Y dejaría de verlas en cuanto terminase la farsa del matrimonio. Aun así, era evidente que le preocupaba mucho.

–Les has gustado –dijo Jayne con sinceridad–. Por supuesto, se sorprendieron cuando les dije que era con el famoso Erik Randolph con quien me iba a casar.

–Ohh, el famoso Erik Randolph –repitió él entre risas–. Me gusta como suena eso.

Ella sonrió.

–En



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.